Comunidades estratégicas (CE)

Los mensajes genéricos en la política ya son obsoletos. El poder político en el mundo de hoy radica en escuchar a los ciudadanos segmentados y organizados en Comunidades Estratégicas, utilizando las nuevas tecnologías de la comunicación.

El elector de hoy

  • Es un elector práctico, que prioriza respuestas concretas a sus necesidades diarias —como seguridad, empleo o servicios— por encima de discursos ideológicos o promesas abstractas. Busca resultados visibles y soluciones efectivas, sin importar si provienen de la derecha o la izquierda. Su voto es cada vez más utilitario.

  • Se vincula con los partidos por lo que pueden ofrecerle en términos de soluciones, beneficios o servicios, más que por lealtades ideológicas o afinidades políticas. Su relación es instrumental: apoya a quien le resuelve, no necesariamente a quien comparte su visión del mundo.

  • Posee herramientas cognitivas más sólidas para comprender, analizar y cuestionar la realidad política. Esto lo hace menos vulnerable a la manipulación y más capaz de participar activamente en los procesos democráticos.

  • Recibe constantemente datos contradictorios desde múltiples fuentes. Esto lo obliga a desarrollar criterios propios para discernir qué creer, a quién seguir y cómo interpretar los hechos que afectan su entorno.

  • Ya no es un receptor pasivo: ahora emite opiniones, las difunde y se conecta con otros ciudadanos. Su capacidad de influencia es mayor y puede movilizar apoyo o rechazo con rapidez. Este fenómeno comunicacional ha transformado la dinámica electoral y política en el mundo.

  • Ha aprendido a desconfiar de promesas vacías, discursos populistas o campañas emocionales. Busca argumentos, coherencia y resultados. El viejo método de manipulación emocional ya no tiene el mismo efecto.

  • Evalúa, compara y saca conclusiones propias. No repite consignas ni sigue ciegamente ideologías. Quiere entender antes de decidir, y toma distancia de quienes imponen verdades absolutas.

  • Espera resultados concretos, propuestas claras y una relación directa entre el discurso y los hechos. Ya no basta con promesas: quiere soluciones tangibles y verificables para su realidad cotidiana.

  • Cuestiona el liderazgo mesiánico, el personalismo y el autoritarismo. Prefiere equipos, liderazgos compartidos y procesos más horizontales donde haya control ciudadano y rendición de cuentas.

  • No se moviliza por consignas abstractas. Antes de apoyar o participar, evalúa si sus intereses individuales o familiares se verán afectados positivamente por las decisiones o propuestas políticas.

  • Frente a la precariedad o rigidez del empleo tradicional, apuesta por su propio negocio, oficio o iniciativa. Quiere autonomía económica, pero espera políticas que lo apoyen y lo protejan.

  • No se limita al voto. Opina, protesta, propone y se involucra en espacios de deliberación. Siente que tiene derecho a influir y exigir rendición de cuentas en lo público.

  • Encuentra fuerza en la organización colectiva. Participa en redes barriales, digitales o temáticas. Le interesa construir soluciones con otros y generar cambios desde abajo hacia arriba.

La Comunidad Estratégica

  • Organizar y segmentar en comunidades estratégicas a los ciudadanos, electores, activistas y funcionarios de gobierno es la clave para comenzar a escuchar a quienes deciden todo. Escucharlos genera compromisos sólidos. Esta es la clave de la nueva política. Es un salto cualitativo trascendental para la política.

  • Luego de haber segmentado en comunidades estratégicas a la población de interés, y de haber construido una base de datos con sus números telefónicos, se procede a organizar Listas de Difusión de Mensajes a través de Whatsapp, Telegram, SMS, etc.. También funcionan los correos electrónicos.

  • Estos canales serán la más poderosa herramienta para escuchar en tiempo real a las personas clave. Son alternativas muy útiles, más rápidas y de más bajo costo que las clásicas asambleas populares.